jueves, 27 de enero de 2011

una buena reflexión (Celo por las cosas de Dios)

El mal de Eliasib

Representación pictorica de Nehemías.-
4Y antes de esto el sacerdote Eliasib, siendo jefe de la cámara de la casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías, 5y le había hecho una gran cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino y del aceite, que estaba mandado dar a los levitas, a los cantores y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes. 6Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos de Artajerjes rey de Babilonia fui al rey; y al cabo de algunos días pedí permiso al rey 7para volver a Jerusalén; y entonces supe del mal que había hecho Eliasib por consideración a Tobías, haciendo para él una cámara en los atrios de la casa de Dios. 8Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara, 9y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso. Nehemías 13

En el post anterior exponía algunas razones que anteceden en orden a las citas que doy en esta entrada. La orden de separación de aquellos que se habían mezclado con extranjeros había sido observada con prontitud.


Estos leyeron la Ley de Dios y hallaron en ella las instrucciones, el temor de Dios era sobre ellos y llevaron a cabo la orden del Dios de Moisés. Las reformas habían empezado como consecuencia del avivamiento que provino de Dios por Su Palabra, Dios estaba siendo glorificado en medio de Israel.

Quiero resaltar brevemente algunos principios que podemos extraer de esta sección del pasaje que estamos leyendo en el capítulo trece de Nehemías.

4Y antes de esto el sacerdote Eliasib, siendo jefe de la cámara de la casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías,

Eliasib, quién era un líder importante y jefe de la habitación de la casa de Dios donde eran guardadas en el pasado con celo todas aquellas cosas referidas a la liturgia, la adoración y el servicio levítico. ¿Qué hizo Eliasib? Abusando del honor de ser el jefe de este especial cobertizo, y por causa de un emparenta-miento, o unión con otra familia, le hizo una gran cámara a Tobías, cosa que no debía ser jamás.

5y le había hecho una gran cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino y del aceite, que estaba mandado dar a los levitas, a los cantores y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes.

No se la razón por la cual el hizo esto. Posiblemente era parte de una dote, o un regalo a aquel que era posiblemente el padre de la esposa de su hijo, o viceversa. Lo cierto es que Eliasib hizo algo que no le era permitido, usó con irresponsabilidad el llamado que tenía, y abusó de su autoridad para dar lo que no era suyo. Dispuso un uso diferente al que debía tener esa cámara.

Esa cámara había sido asignada para guardar: 1.- Ofrendas, 2.- Incienso, 3.- Utensilios, 4.- El diezmo del grano, 5.- De vino, 6.- del aceite, todas estas cosas que estaban ordenadas a ser entregadas a los levitas, los cantores, porteros y sacerdotes. ¿Cómo sucedió esto? Sabemos que estos eran días de restauración, y que esa restauración era necesaria por cuanto el Pueblo había declinado y rozado la apostasía.

Este líder espiritual no fue un fiel administrador del don de Dios y su ministerio y había usado aquello que pertenecía a Dios para usos utilitarios y personales, para agradar a un hombre, pero desagradando a Dios, para considerar a un hombre, pero no al Dios de sus padres.

6Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos de Artajerjes rey de Babilonia fui al rey; y al cabo de algunos días pedí permiso al rey 7para volver a Jerusalén; y entonces supe del mal que había hecho Eliasib por consideración a Tobías, haciendo para él una cámara en los atrios de la casa de Dios.

Nehemías llama a esto “…el mal que había hecho…” apenas supo todo esto tuvo la reacción que debe tener todo hijo de Dios cuando su gloria es puesta en afrenta y cuando Su Pueblo desobedece la Ley de Dios y lastima la Obra.

¿Sabía Eliasib que estaba obrando mal? ¿Por qué permitió esto?, ¿Desde cuando la Casa de Dios había sido abandonada de esa forma? ¡Líderes egoístas y llenos de rapacidad! ¡Oportunistas que usan el ministerio para dar lo que no es suyo, y para obtener lo que tampoco es suyo, alabanzas y favores en Nombre de Dios! Esta fue su reacción:

8Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara, 9y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso.

¡El celo de Tu Casa me consume! Nehemías al ver como había sido contaminada la Casa de Dios de inmediato fue movido a la purificación del lugar de manera radical, pero antes tuvo un profundo dolor. Este dolor intenso por causa de Dios, y por lo que había sucedido hizo que con determinación y una pasión justificada sacara todos los muebles de Tobías, y ordenara limpiarla, para darle el uso que le correspondía según estaba escrito en la Palabra de Dios.

Quiero dejar algunas observaciones:

1.- Debemos recordar que en los tiempos de Nehemías la Ley Civil y Ceremonial, al igual que la Moral eran inseparables. Fue con el tiempo y los cambios generacionales que el derecho, la liturgia, y la moral fueron estableciendo ciertas y marcadas diferencias hasta nuestros días.

2.- Nosotros vivimos en una generación diferente y con una revelación más amplia y completa que la que tuvieron aquellos hombres de Dios. Por lo tanto, no debemos obviar el Nuevo Pacto y entender estos pasajes de Nehemías dentro del contexto de toda la Escritura.

3.- El pecado de Eliasib, siendo un líder; fue tener una pobre visión de Dios, este hombre declinó de tal manera que hizo aquel mal dando lo que no era de el, y acabando de alguna manera con el culto al Dios de Israel, quitando al Pueblo Judío la dicha de tener un lugar de culto público, retirando lo sagrado de esa cámara, para satisfacer deseos mezquinos.

4.- Eliasib: 4.1- Llenó la cámara levítica con aquello que no debía estar allí, es decir, los muebles de Tobías. 4.2- Contaminó la cámara con aquellas cosas, y 4.3- Sacó los utensilios y demás cosas del culto a Dios. Esto es lo que ocurre cuando sacamos de la Iglesia de Cristo la Palabra de Dios.

Poco a poco los líderes que dejan de lado la Ley de Dios, sustituyen la exposición de la Biblia por entretenimiento, humor, juegos, distracciones, o cultos voluntarios, o sus propias ideas de cómo deben ser hechas las cosas, contaminan la iglesia, y sacan de ella la Palabra de Dios y sus principios rectores, ¡Que desgracia! ¡Que fin terrible les espera sino llega un despertar de Dios! Me he tomado la libertad de hacer una aplicación espiritual del mismo porque creo que tiene conexiones con lo que afirmo. Estas cosas que sucedieron en el pasado, se repiten hoy día de diferentes maneras.

5.- Nehemías finalmente supo lo que sucedía, y es que el pecado de los líderes espirituales tarde o temprano se conocen. Y obedeció a la Ley de Dios, se dolió en gran manera y limpió la cámara restableciendo en ella el uso que Dios le había asignado.

6.- Esto implica otra fase del avivamiento y Reforma. Ya se había separado de aquellos que se habían mezclado con los enemigos de Dios de manera radical, ahora se había restablecido el uso de esta cámara especial ceremonial levítica.

Tres cosas para considerar:

1.- Un líder espiritual jamás debe pensar que el don o responsabilidad que ha recibido, es del mismo como si fuera dueño de estas cosas. Toda buena dádiva, y todo don perfecto descienden de lo Alto. Usar los recursos de Dios para fines personales es un gran mal que traerá pronto juicio y amonestación. Esto es ser un disipador de las riquezas celestiales. No es digno del ministerio aquel que usa los recursos de Dios en tales fines. Su caída está cerca.

2.- Un líder espiritual con una elevada visión de Dios, estará siempre presto para restablecer el verdadero culto y adoración a Dios, reprendiendo a los que desprecian la Ley de Dios, y doliéndose de que esto suceda. El silencio ante la apostasía es complicidad. Debemos preocuparnos si poco nos importa el estado actual de la Iglesia de JESÚS. Roguemos a Dios compasión, indignación y dolor cuando los hombres no guarden Su Ley.

3.- Cada cristiano debe examinar su vida y determinar si aquello que Dios le ha dado está siendo usado para su propio beneficio egoísta, o para la edificación y expansión de Reino y gloria de Dios. Y además cada cristiano debe indignarse cuando su Palabra es torcida y desobedecida primeramente por el mismo, y luego por los demás procurando con velocidad cortar de raíz y echar fuera todo aquello que ocupa el lugar que debe tener el único y Soberano REY de nuestras vidas, JESÚS el Cristo.

¡Oh hermanos! ¡Dios no permita que dejemos de lado la Ley de Dios! ¡Dios no permita que como Eliasib sustituyamos el uso correcto del ministerio para usos personales y oportunistas! Dios nos de hombres y mujeres valientes que se duelan profundamente hasta las lagrimas al ver tal situación de desobediencia en tantas iglesias, pero que tengan el valor y la determinación que tuve Nehemías para restablecer el verdadero culto al Dios Creador.

miércoles, 26 de enero de 2011

Mis hermanos aquí les dejo una pagina

espero les guste, es de chile el pastor Luis Puebla.


http://www.alaluzdelapalabra.es.tl/

voy a empezar a publicar los capítulos del libro el sermón del monte de martin lloyd-jones

este es el capitulo 1  espero lo lean y sigan la lectura 


CAPITULO 1
Introducción General
Al examinar cualquier enseñanza, es norma sabia proceder de lo general a lo particular.
Sólo así se puede evitar el peligro de que 'los árboles no dejen ver el bosque'. Esta
norma tiene importancia particular en el caso del Sermón del Monte. Debemos tener en
cuenta, por tanto, que hay que empezar por plantearse ciertos problemas generales
respecto a este famoso Sermón y al lugar que ocupa en la vida, pensamiento y
perspectivas del pueblo cristiano.
El problema obvio para empezar es este: ¿Por qué debemos estudiar el Sermón del
Monte? ¿Por qué debo llamarles la atención acerca de su enseñanza? Bueno, la verdad
es que no sé que forme parte del deber del predicador explicar los procesos mentales y
afectivos propios, aunque desde luego que nadie debería predicar si no siente que Dios
le ha dado un mensaje. Todo el que intenta predicar y explicar las Escrituras debe
aguardar que Dios lo guíe y conduzca. Supongo, pues, que la razón básica de que
predique acerca del Sermón del Monte es que he sentido esta persuasión, esta
compulsión, esta dirección del Espíritu. Digo esto con toda intención, porque de haber
dependido de mí no hubiera escogido predicar una serie de sermones acerca del
Sermón del Monte. Según entiendo este sentido de compulsión, creo que la razón
específica de que lo vaya a hacer es la condición en que se encuentra la Iglesia
cristiana en estos tiempos.
No me parece que sea juzgar con dureza decir que la característica más obvia de la vida
de la Iglesia cristiana de hoy es, por desgracia, su superficialidad. Esta apreciación se
basa no sólo en observaciones actuales, sino todavía más en tales observaciones
hechas a la luz de épocas anteriores de la vida de la Iglesia. Nada hay más saludable
para la vida cristiana que leer la historia de la Iglesia, que volver a leer lo referente a los
grandes movimientos del Espíritu de Dios, y observar lo que ha sucedido en la Iglesia
en distintos momentos de su historia. Ahora bien, creo que cualquiera que contemple el
estado actual de la Iglesia cristiana a la luz de ese marco histórico llegará a la
conclusión indeseada de que la característica destacada de la vida de la Iglesia de hoy
es, como he dicho ya, la superficialidad. Cuando digo esto, pienso no sólo en la vida y
actividad de la Iglesia en un sentido evangelizador. A este respecto me parece que
todos estarían de acuerdo en que la superficialidad es la característica más obvia.
Pienso no sólo en las actividades evangeliza-doras modernas en comparación y
contraste con los grandes esfuerzos evangelizadores de la Iglesia en el pasado - la
tendencia actual a la vocinglera, por ejemplo, y el empleo de recursos que hubieran
horrorizado y chocado a nuestros padres. Pienso también en la vida de la Iglesia en
general; de ella se puede decir lo mismo, incluso en materias como su concepto de la
santidad y su enfoque todo de la doctrina de la santificación.
Lo importante es que descubramos las causas de esto. En cuanto a mí, sugeriría que
una causa básica es la actitud que tenemos respecto a la Biblia, nuestra falla en
tomarla en serio, en tomarla como es y en dejar que nos hable. Junto a esto, quizás,
está nuestra tendencia invariable a ir de un extremo a otro. Pero lo principal, me parece,
es la actitud que tenemos respecto a las Escrituras. Permítanme explicar con algo más
de detalle qué quiero decir con esto.
Nada hay más importante en la vida cristiana que la forma en que tratamos la Biblia, y la
forma en que la leemos. Es nuestro texto, nuestra única fuente, nuestra autoridad
única. Nada sabemos de Dios y de la vida cristiana en un sentido verdadero sin la
Biblia. Podemos sacar conclusiones de la naturaleza (y posiblemente de varias
experiencias místicas) por medio de las que podemos llegar a creer en un Creador
supremo. Pero creo que la mayoría de los cristianos están de acuerdo, y ésta ha sido la
persuasión tradicional a lo largo de la historia de la Iglesia, que no hay autoridad aparte
de este Libro. No podemos depender sólo de experiencias subjetivas porque hay
espíritus malos además de los buenos; hay experiencias falsas. Ahí, en la Biblia, está
nuestra única autoridad.
Muy bien; sin duda es importante que tratemos a la Biblia de una forma adecuada.
Debemos comenzar por estar de acuerdo en que no basta leer la Biblia. Se puede leerla
de una forma tan mecánica que no saquemos ningún provecho de ello. Por esto creo
que debemos tener cuidado de todas las reglas y normas en materia de disciplina en la
vida espiritual. Es bueno leer la Biblia a diario, pero puede ser infructuoso si lo
hacemos sólo para poder decir que leemos la Biblia todos los días. Soy un gran
defensor de los esquemas para la lectura de la Biblia, pero debemos andar con cuidado
de que con el empleo de tales esquemas no nos contentamos con leer la parte
asignada para el día sin luego reflexionar ni meditar acerca de lo leído. De nada serviría
esto. Debemos tratar la Biblia como algo que es de importancia vital.
La Biblia misma nos lo dice. Sin duda recuerdan la famosa observación del apóstol
Pedro respecto a los escritos del apóstol Pablo. Dice que hay cosas en ellos que son
'difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen... para su propia
perdición'. Lo que quiere decir es lo siguiente. Leen estas Cartas de Pablo, desde
luego; pero las deforman, las desvirtúan para su propia destrucción. Se puede muy
bien leer estas Cartas y no ser mejor al final que lo que se era al comienzo debido a lo
que uno le ha hecho decir a Pablo, desvirtuándolo para destrucción propia. Esto es
algo que siempre debemos tener presente respecto a la Biblia en general. Puedo estar
sentado con la Biblia abierta frente a mí; puedo estar leyendo sus palabras y
recorriendo sus capítulos; y con todo puedo estar sacando una conclusión que no tiene
nada que ver con las páginas que he leído.
No cabe duda de que la causa más común de todo esto es la tendencia frecuente de
leer la Biblia con una teoría ya en mente. Nos acercamos a la Biblia con dicha teoría, y
todo lo que leemos queda coloreado por ella. Todos nosotros sabemos que así sucede.
En un sentido es cierto lo que se dice que con la Biblia se puede probar todo lo que se
quiere. Así nacieron las herejías. Los herejes no eran hombres poco honrados; eran
hombres equivocados. No debería pensarse que eran hombres que se propusieron
expresamente equivocarse y enseñar algo erróneo; se cuentan más bien entre los
hombres más sinceros que la Iglesia ha tenido. ¿Qué les ocurrió entonces? El
problema fue este: llegaron a tener una teoría y se sintieron complacidos con ella;
luego fueron con esta teoría a la Biblia, y les pareció encontrarla en la misma. Si lee
medio versículo e insiste demasiado en otro medio versículo de otro pasaje, pronto
habrá demostrado su teoría.
Ahora bien, debemos tener cuidado con esto. Nada hay más peligroso que ir a la Biblia
con una teoría, con ideas preconcebidas, con alguna idea favorita propia, porque en
cuanto se hace, se pasa por la tentación de insistir demasiado en un aspecto y dejar de
lado otro.
Este peligro tiende a manifestarse sobre todo en el problema de la relación entre ley y
gracia. Siempre ha sucedido así en la historia de la Iglesia desde su comienzo y sigue
sucediendo hoy día. Algunos insisten tanto en la ley que reducen el evangelio de
Jesucristo con su libertad gloriosa a poco más que una colección de máximas morales.
Para -ellos todo es ley y no queda nada de gracia. Hablan de tal modo de la vida
cristiana como de algo que debemos hacer para llegar a ser cristianos, que se convierte
en puro legalismo y la gracia desaparece de ella. Pero recordemos también que es
igualmente posible insistir tanto en la gracia a costa de la ley que también se llegue a
perder el evangelio del Nuevo Testamento.
Permítanme darles un ejemplo de esto. El apóstol Pablo, nada menos que él, se vio
constantemente ante semejante dificultad. Nunca hubo un hombre cuya predicación,
con su poderosa insistencia en la gracia, fuera más a menudo mal entendida. Seguro
recuerdan la conclusión que algunos habían sacado en Roma y en otros lugares.
Decían, "Bueno, pues, si esto es lo que enseña Pablo, hagamos el mal para que la
gracia pueda abundar, porque, sin duda alguna, esta enseñanza conduce a esa
conclusión y no a otra. Pablo había dicho simplemente, "Cuando el pecado abundó,
sobreabundó la gracia." Bien pues, sigamos pecando a fin de que la gracia pueda
sobreabundar.' 'Dios no lo quiera', dice Pablo; y lo tiene que repetir constantemente.
Decir que porque estamos bajo la gracia ya no tenemos nada que ver con la ley, no es
lo que enseñan las Escrituras. Desde luego que ya no estamos bajo la ley sino bajo la
gracia. Pero esto no significa que no necesitemos observar la ley. No estamos bajo la
ley en el sentido de que nos condene; ya no nos juzga ni condena. [¡No! pero debemos
observarla, e incluso ir más allá. El argumento del apóstol Pablo es que debería vivir, no
como el que está bajo la ley, sino como hombre libre en Cristo. Cristo observó la ley,
vivió la ley; como este mismo Sermón del Monte subraya, nuestra justicia debe exceder
la de los escribas y fariseos. En realidad, no ha venido a abolir la ley; cada uno de sus
detalles debe cumplirse. Y esto es algo que vemos muchas veces olvidado en este
intento de situar a la ley y la gracia como antítesis, y la consecuencia es que hay
hombres y mujeres que prescinden de la ley en forma total.
Pero, déjenme decir lo siguiente. ¿No es cierto que en el caso de muchos de nosotros,
en la práctica nuestra idea de la doctrina de la gracia es tal que muy pocas veces
tomamos la sencilla enseñanza del Señor Jesucristo con seriedad? Hemos insistido
tanto en la enseñanza de que todo es gracia y de que no deberíamos tratar de imitar su
ejemplo para ser cristianos, que quedamos virtualmente en la posición de prescindir
por completo de su enseñanza y de decir que no tenemos nada que ver con ella porque
estamos bajo gracia. Pero me pregunto con cuánta seriedad tomamos el evangelio de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La mejor forma de enfrentarse con este problema
me parece que es examinar el Sermón del Monte. ¿Qué idea tenemos, me pregunto, de
este Sermón? Suponiendo que en este momento sugiriera que escribiéramos todas las
respuestas a las siguientes preguntas: ¿Qué significa para nosotros el Sermón del
Monte? ¿En qué sentido entra a formar parte de nuestras vidas y qué lugar ocupa en
nuestro pensar y en nuestra perspectiva de la vida? ¿Qué relación tenemos con este
Sermón extraordinario que ocupa un lugar tan prominente en estos tres capítulos del
Evangelio según San Mateo? Creo que encontrarían el resultado muy interesante y
quizá muy sorprendente. Sí, claro, estamos muy enterados de la doctrina de la gracia y
del perdón, y tenemos los ojos puestos en Cristo. Pero aquí en estos documentos, que
decimos tienen autoridad, está este Sermón. ¿En qué punto entran a formar parte de
nuestra perspectiva?
Esto quiero decir cuando hablo de trasfondo e introducción. Sin embargo, demos un
paso más; planteémonos otra pregunta vital. ¿A quién está destinado el Sermón del
Monte? ¿A quién se aplica? ¿Cuál es en realidad el propósito de este Sermón; qué
importancia tiene? En cuanto a esto, ha habido opiniones opuestas. Hubo una vez el
llamado punto de vista 'social' del Sermón del Monte. Decía que el Sermón del Monte es
en realidad lo único importante en el Nuevo Testamento, que en él está el fundamento
del llamado evangelio social. Los principios, se decía, que contiene hablan de cómo
deben vivir los hombres, y lo único que hay que hacer es aplicar el Sermón del Monte.
Con ello se puede establecer el reino de Dios en la tierra, la guerra se acabará y todos
los problemas concluirán. Este es el punto de vista típico del evangelio social, pero no
tenemos por qué gastar tiempo en él. Ha pasado de moda ya; sólo perdura entre ciertas
personas que se podrían considerar como reliquias de la mentalidad de hace treinta
años. Las dos guerras mundiales han acabado con este punto de vista. Aunque en
muchos sentidos critiquemos la teología de Barth, debemos rendirle este tributo: ha
puesto de una vez por todas en completo ridículo al evangelio social. Pero desde luego
que la verdadera respuesta a este punto de vista acerca del Sermón del Monte es que
siempre ha prescindido de las Bienaventuranzas, de esas afirmaciones con que
comienza el Sermón, —'Bienaventurados los pobres en espíritu'; 'bienaventurados los
que lloran.' Como esperamos demostrarles, estas afirmaciones significan que nadie
puede vivir el Sermón del Monte por sí mismo, sin ayuda. Los defensores del evangelio
social, después de haber prescindido de las Bienaventuranzas según conveniencia, han
insistido en la consideración de los mandatos y han dicho, 'Este es el evangelio.'
Otro punto de vista, que quizá resulte más grave para nosotros, es el que considera el
Sermón del Monte como una simple elaboración o exposición de la ley mosaica.
Nuestro Señor, dicen, se dio cuenta de que los fariseos, los escribas y otros maestros
del pueblo interpretaban mal la Ley que Dios había dado a su pueblo por medio de
Moisés; lo que hace, pues, en el Sermón del Monte es elaborar y explicar la ley
mosaica, dándole un contenido espiritual más elevado. Este punto de vista es más
grave, desde luego; y con todo me parece que es completamente inadecuado aunque
no sea por otra cosa sino porque también prescinde de las Bienaventuranzas. Las
Bienaventuranzas nos colocan de inmediato en un terreno que va completamente más
allá de la ley de Moisés. El Sermón del Monte sí explica y expone la ley en algunos
puntos - pero va más allá de esto.
El otro punto de vista que quiero mencionar es el que podríamos llamar punto de vista
'dispensacional' del Sermón del Monte. Es probable que muchos de ustedes lo
conozcan. Ciertas 'Biblias' lo han popularizado. (Nunca me han gustado tales adjetivos;
sólo hay una Biblia, pero por desgracia tendemos a hablar de la 'Biblia tal' o la 'Biblia
cual'.) Se han popularizado, pues, ciertas enseñanzas por Este medio, las cuales
enseñan un punto de vista dispensacional del Sermón del Monte; en esencia afirman
que no tiene nada que ver con los cristianos de hoy. Dicen que nuestro Señor comenzó
a predicar acerca del Reino de Dios, y que el Sermón del Monte estuvo relacionado con
la inauguración de este reino. Por desgracia, siguen diciendo, los judíos no creyeron su
enseñanza. Por ello nuestro Señor no pudo establecer el reino, y por tanto, casi a modo
de idea tardía, vino la muerte en la cruz, y a modo de otra idea tardía, vino la institución
de la Iglesia y la era de la Iglesia, lo cual perdurará hasta cierto punto de la historia.
Entonces nuestro Señor regresará con el reino y volverá a entrar en vigor el Sermón del
Monte. Esto es lo que enseñan; dicen, de hecho, que el Sermón del Monte no tiene nada
que ver con nosotros. Es 'para la era del reino.' Estuvo desde un principio destinado
para aquellos a quienes nuestro Señor predicaba; entrará en vigor de nuevo en el
milenio. Es la ley de esa era y del reino de los cielos; y no tiene absolutamente nada
que ver con los cristianos de ahora.
No cabe duda de que estamos frente a un problema serio. Este punto de vista o es
acertado o es erróneo. Según él no necesito leer el Sermón del Monte; no me deben
preocupar los preceptos que contiene; no tengo por qué sentirme condenado si no
hago ciertas cosas; no tiene nada que ver conmigo. Me parece que se puede responder
a todo esto del siguiente modo. El Sermón del Monte fue predicado en forma primaria y
específica a los discípulos. 'Sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su
boca les enseñaba, diciendo. . .' Ahora bien, se parte de la base de que se les predicó a
ellos. Tomemos, por ejemplo, las palabras que les dirigió, 'Vosotros sois la sal de la
tierra'; 'Vosotros sois la luz del mundo.' Si el Sermón del Monte no tiene nada que ver
con los cristianos de hoy, jamás debemos decir que somos la sal de la tierra ni que
somos la luz del mundo> porque eso no se aplica a nosotros. Se aplicó sólo a los
primeros discípulos; se volverá a aplicar a otros más adelante. Pero, entretanto, no
tiene nada que ver con nosotros. También debemos prescindir de las promesas del
Sermón. No debemos decir que debemos hacer que nuestra luz brille ante los hombres
a fin de que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en el
cielo. Si todo el Sermón del Monte no se puede aplicar a los cristianos de hoy, todo él
carece de importancia. Pero es evidente que nuestro Señor predicó a estos hombres y
les dijo lo que debían hacer en este mundo, no sólo mientras El estuviera aquí, sino
también después de que se hubiera ido. Se predicó a personas que debían practicarlo
en ese tiempo y por siempre después.
No sólo esto. Para mí otra consideración muy importante es que en el Sermón del
Monte no se encuentra ninguna enseñanza que no se halle también en las distintas
Cartas del Nuevo Testamento. Hagan una lista de las enseñanzas del Sermón del
Monote; luego lean las Cartas. Encontrarán que la enseñanza del Sermón del Monte
también se encuentra en ellas. Ahora bien, las Cartas son para los cristianos de hoy;
por ello si la enseñanza que contienen es la misma que tenemos en el Sermón del
Monte, es evidente que la enseñanza del Sermón es también para los cristianos de hoy.
Este argumento es de peso e importante. Pero quizá se podría expresar mejor de la
siguiente forma. El Sermón del Monte no es sino un desarrollo acabado, grandioso, y
perfecto de lo que nuestro Señor llamó su 'nuevo mandamiento'. Este nuevo
mandamiento fue que nos amáramos unos a otros como él nos ama. El Sermón del
Monte no es otra cosa sino un desarrollo de esto. Si somos de Cristo, y nuestro Señor
nos ha mandado esto, que nos amemos unos a otros, aquí se nos muestra cómo
hacerlo.
El punto de vista dispensacional se basa en una idea errónea del reino de Dios. De ahí
nace la confusión. Estoy de acuerdo, desde luego, en que el reino de Dios en un
sentido todavía no ha sido establecido en la tierra. Es un reino que ha de venir; sí. Pero
es también un reino que ha venido. 'El reino de Dios está en medio de vosotros', y
'dentro de vosotros'; el reino de Dios está en todo cristiano verdadero, y en la Iglesia.
Significa 'el reino de Dios', el 'reino de Cristo'; y Cristo reina hoy en todo cristiano
verdadero. Reina en la Iglesia cuando esta lo reconoce de verdad. El reino ha venido, el
reino viene, el reino ha de venir. Siempre debemos tener esto presente, sin embargo.
Dondequiera que Cristo es aceptado como Rey, el reino de Dios ha venido, de modo
que, si bien no podemos decir que reina sobre todo el mundo en los momentos
actuales, sí reina ciertamente de esa forma en los corazones y vidas de todo su pueblo.
No hay, por tanto, nada tan peligroso como decir que el Sermón del Monte no tiene
nada que ver con los cristianos de ahora. Más bien quiero expresarlo de este modo: es
para todo el pueblo cristiano. Es una descripción perfecta de la vida del reino de Dios.
Ahora bien, no me cabe la menor duda de que por esta razón Mateo lo puso al
comienzo de su evangelio. Se considera que Mateo escribió el evangelio especialmente
para los judíos. Esto fue lo que quiso hacer. De ahí que insista tanto en el reino de los
cielos. ¿Y qué quiso subrayar Mateo? Sin duda que esto. Los judíos tenían una idea
falsa y materialista del reino. Creían que el Mesías era alguien que iba a llegar para
emanciparlos políticamente. Esperaban a alguien que los liberara del yugo romano.
Siempre pensaron en el reino en un sentido externo, mecánico, militar, materialista. Por
esto Mateo coloca la enseñanza verdadera respecto al reino en las primeras páginas del
Evangelio, por qué el gran propósito de este Sermón es presentar una exposición del
reino como algo que es esencialmente espiritual. El reino es sobre todo algo 'dentro de
vosotros'. Es lo que dirige y gobierna el corazón, la mente y la perspectiva. No sólo no
es algo que conduce a un gran poderío militar, sino que es 'pobre en espíritu'. En otras
palabras, no se nos dice en el Sermón del Monte, 'Vivan así y serán cristianos'; más
bien se nos dice, 'Como son cristianos vivan así.' Así deberían vivir los cristianos; así
han de vivir los cristianos.

martes, 25 de enero de 2011

UN BUEN MODELO

Nuestra sociedad es establecida sobre  prototipos, constantemente se construyen un gran numero de esquemas, que vendrían a ser aquello que la gran multitud entenderá como lo adecuado, un modelo a seguir, y producto de la insatisfacción del hombre, estos modelos deben cambiarse, el amor por lo nuevo es el sentimiento colectivo, no importa que tan distante se encuentra el nuevo modelo al anterior, siempre que sea nuevo será bienvenido, de esta manera encontramos un modelo de hombre y mujer que por la invasión publicitaria exhiben lo que para todos será el estilo de vida adecuado, desde peinados, color de ojos, camisas, zapatos, bolsos, relojes, celulares y todo tipo de herramientas tecnológicas, todo nuevo y mejorado,  también encontramos que las familias están  siendo formadas a la imagen y semejanza de los prototipos de familias alabadas por los medios, padres alcohólicos, ausentes, vulgares, sin respeto por ellos ni por sus hijos, hijos ofensivos, incapaces de obedecer ordenes, en contra de todo lo que parezca  autoridad.

Este es el modelo entregado a nuestra sociedad, único modelo que esta siendo imitado, mujeres que consideran la ropa de ayer pasada de moda, jóvenes cautivos de la tecnología, jovencitas menores de edad que entienden que para ser aceptadas por otras deben exhibir una lista de hombres con los que intimaron,  este es el modelo de adolescencia promovido  hoy.

Lamentablemente este espíritu de lo novedoso y diferente a penetrado en la Iglesia, y también se vende la imagen de la Iglesia ideal, una prospera, con capacidad para miles de espectadores, un show cada vez mas majestuoso al anterior, una orquesta musical con los mejores y deleitando a la audiencia con las mejores y modernas melodías, luces, humo, efectos especiales, bailarines  danzando al compas de los sermones, música de fondo capaz de sacarle una lagrima al mas duro de los hombres, SI, este es el modelo a seguir para muchas congregaciones, un Cristiano con hambre de éxito, prosperidad, carros , yates, posesiones, con un Dios siervo, dispuesto solo para satisfacer lo que el desee, egocéntrico, orgulloso, vanidoso.

Es natural que al Dios tres veces Santo esto le produzca “ASCO”   

Como sería de beneficioso para la sociedad  encontrar modelos, como el que seguía Timoteo.
Pablo en sus Cartas usa constantemente, expresiones como “lo que  oíste de mí, lo que aprendiste de mí, lo que vistes, 2Tim. 1:13 Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste…  y de una forma clara  la Biblia deja evidencia, que Timoteo seguía este modelo, 2Tim. 3:10 “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe,  Longanimidad, amor, paciencia”  

Cuan necesarios son los modelos, pero aquellos que estén formados por principios bíblicos, aquellos que busquen glorificar a Dios en toda su manera de vivir, Timoteo sabía que hacer, puesto seguía el ejemplo de su mentor, había visto como Pablo se comportó cuando fue latigado, apedreado, humillado, cuando defendió apasionadamente la Cruz hasta el punto de considerar todo basura, y es a los Filipenses que les dice en Fil.3:17 “hermanos sed imitadores de mí”

 Pero  ¿Por qué imitar a un hombre? Pablo dijo en  Fil. 3:10 “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la partición de sus padecimientos, llegando a ser seméjate a Él en su muerte.; 14 prosigo la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”  Pablo tenía como meta a Cristo y esto lo hacía un ejemplo a seguir, Pablo guardaba  la Doctrina, no lo novedoso, por tal razón exigía a su discípulo Timoteo “RETEN la forma, Persiste tu en lo que has aprendido” Timoteo debía seguir lo aprendido, no inventar nuevas estrategias.
  
Esta sociedad necesita hombres y mujeres, que sean buenos ejemplos a seguir, nuestros hijos necesitan padres que entiendan su responsabilidad, las ovejas necesitan pastores piadosos y llenos de los frutos del Espíritu Santo, la sociedad necesita jóvenes que vivan en obediencia a los principios Bíblicos.

¿Eres ejemplo a los que te rodean?
Es un buen momento para pedir perdón a Dios y empezar a vivir según sus preceptos     
             
Por: Pastor David Guzmán Mendoza

"Santifícanos en tu verdad; tu palabra es verdad" Jn 17:17


Pr, David Guzman

CAPITULO 6 DEL LIBRO COMO PUEDO CAMBIAR

¿Cómo Puedo Cambiar?/La Batalla Contra el Pecado
Capítulo 6 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?

En su libro titulado A Nation of Victims: The Decay of American Character [Una nación de víctimas: El desmoronamiento del carácter americano], el autor Charles Sykes hace la siguiente observación: “A través del siglo pasado, el triunfo del pensamiento terapéutico ha sido tan completo que con frecuencia se pasa por alto; lo que comenzó con el Dr. Freud es ahora lo básico de los programas de charla por la televisión durante el día, rutina en la política, casi reflexivo en asuntos de justicia criminal y ética”.[1]
Ya que haya oído o no haya oído la frase, sin duda se ha encontrado con el pensamiento terapéutico. Se ve en la sala tribunal cuando el abogado del asesino en serie pide lenidad a base de que su cliente fue rutinariamente abusado por su padre alcohólico. Dice que la mayoría de nosotros nos criamos en familias “disfuncionales”, ofreciendo así una explicación y excusa por nuestro comportamiento. En vez de enfatizar la responsabilidad personal, subraya la manera en que hemos sido psicológicamente afectados por nuestro ambiente. Como nota el científico social Dr. James Deese, el pensamiento terapéutico “está tan arraigado en las actitudes americanas modernas que apenas se puede desafiar.”[2]
Medita en Colosenses 2:8.¿Cómo podemos protegernos para no ser tomados cautivos?
Sorprendentemente, la única institución que está mejor equipada para desafiar la tendencia terapéutica en realidad ha contribuido a su popularidad. Hablo de la Iglesia. En vez de exponer los errores de la psicoterapia, la Iglesia americana en la mayoría de los casos ha dado una aceptación sin crítico...aunque hay algunas francas excepciones. En su libro Biblical Medical Ethics, el Dr. Franklin Payne comenta, “La psicoterapia, como psicología y psiquiatría, necesita el más crítico y detallado examen por los cristianos evangélicos...Muchos cristianos son más influenciados por los conceptos de los psicoterapistas seculares que por la Palabra de Dios.”[3]
Los cristianos evangélicos y carismáticos tienen fronteras sin protección por las que las ideas psicológicas se deslizan fácilmente.[4]
—William Kilpatrick
He conocido a muchos de los cristianos que el Dr. Payne está describiendo. No hace mucho se me pidió que predicara en un retiro de hombres en otra iglesia. Al final de una sesión se me acercó un hombre que se me presentó y luego comenzó a hablarme de su situación difícil. Se había criado en una familia disfuncional. Era co-dependiente. Padecía de muy baja autoestima. En el espacio de los primeros dos minutos usó casi todas las palabras psicológicas de moda que existen.
Fue un encuentro incómodo. Yo no estaba ansioso por discrepar con él. Nunca lo había conocido antes, y quería que él experimentara mi cuidado e interés. Pero a medida que seguía y seguía parecía obvio que él daba por hecho de que yo estaba de acuerdo con él. Y no era así. ¿Por qué? Aunque él hablaba un impecable psicoparloteo, su diagnosis omitía toda referencia a la palabra con “P”. . . .
1¿Qué cosas en la vida de Jesús podrían hacer que un asesor le recomiende que se una al movimiento de recuperación?
Pecado.
Dichas omisiones lamentablemente son la norma hoy en la literatura cristiana popular y en los programas de charla por la radio. Vamos tras una comprensión más profunda de nosotros mismos (como la define el movimiento de recuperación) en vez de una convicción más profunda del pecado (como la define la Escritura). Nos interesamos más en nuestras propias necesidades y sentimientos que en el carácter y los mandamientos de Dios. No es de sorprender que no estamos madurando como Él quiere.
Nuestro Problema Más Serio
Escribiendo hace un siglo, J.C. Ryle ofreció una aguda pero sencilla explicación por las deficiencias que observó en la Iglesia: “Las confusas o indistintas opiniones sobre el pecado son el origen de la mayoría de los errores, herejías, y falsas doctrinas de los días presentes...yo creo que una de las principales necesidades de la Iglesia en el siglo diecinueve ha sido, y es, una enseñanza más clara, más plena sobre el pecado.”[5]Si esto era cierto durante su generación, cuánto más cierto es hoy.
Pero hemos ido un paso más allá. La enseñanza contemporánea sobre la autoestima ha reemplazado a la doctrina del pecado. Considera esta declaración de un autor bien conocido:
No creo que se haya hecho nada en el nombre de Cristo ni bajo la bandera del cristianismo que haya probado ser más destructivo para la personalidad humana, y por tanto contraproductivo al esfuerzo evangelístico, que la no cristiana, inculta estrategia de tratar de hacer que la gente se dé cuenta de su condición perdida y pecaminosa.[6]
Decir que nuestra primera necesidad en la vida es aprender sobre el pecado podría sonar extraño, pero en el sentido deseado es profundamente cierto. Si tú no has aprendido sobre el pecado, no puedes entenderte a ti mismo, ni a los demás, ni el mundo en que vives, ni la fe cristiana. Y no le podrás encontrar sentido a la Biblia. Porque la Biblia es una exposición de la respuesta de Dios al problema del pecado humano, y a menos que tengas ese problema claramente ante ti, seguirás perdiendo el punto de lo que dice...por lo tanto, está claro que necesitamos fijar nuestra mente en lo que nuestros antepasado hubieran llamado ‘claras opiniones sobre el pecado’.  J.I. Packer
Este pastor dice que llamar al pecado “rebelión contra Dios” es “superficial y un insulto al ser humano”.[8] Su convicción acerca del inherente valor del hombre lo lleva a la singular conclusión de que una nueva “reforma” está en orden. Mientras que el énfasis de Martín Lutero en la salvación por gracia a través de la fe transformó a la Iglesia en el siglo dieciséis, dice él, las iglesias de hoy deben reconocer el derecho sagrado de autoestima que tienen todas las personas.
Yo no pongo en duda la sinceridad del hombre, pero sus declaraciones son falsas. De hecho, son falsa doctrina. El énfasis moderno en la autoestima se ha convertido en una alternativa inaceptable para las doctrinas bíblicas de justificación y santificación.
Justificación. Jesús no murió en la cruz para mejorar nuestra autoestima. Él murió para expiar por nuestro pecado. Y aún así la cruz nos enseña una crucial lección sobre nuestro valor: Cada uno de nosotros merecemos la ira de Dios. Como manifestación de la inmerecida misericordia de Dios, la cruz revela la profundidad y la seriedad de nuestro pecado. Anthony Hoekema señala esto:
Para más estudio: La NIV Complete Concordance ofrece una lista de 466 veces en las que aparece la palabra “pecado” (o un derivativo) en la Escritura. Para un entendimiento bíblico de este vital tema...simplemente comienza a leer.
En el mundo de hoy hay poco énfasis en la doctrina bíblica del pecado. Pero la persona con un frívolo sentido del pecado y de la ira de Dios contra nuestro pecado ni sentirá la necesidad de ni comprenderá la doctrina bíblica de la justificación. Cuando el pecado se ignora, se minimiza, o se redefine ya no vivimos conscientes de nuestra desesperante necesidad de Jesucristo ni apreciamos lo que Él hizo en la cruz por nosotros.[9]
A menos que comprendamos la naturaleza del pecado y cuán ofensivo es a Dios, jamás entenderemos por qué la cruz fue necesaria. Jamás nos maravillaremos ante la gracia.
Con frecuencia he oído decir, ‘Si yo hubiera sido la única persona en la tierra, Jesús con todo hubiera muerto por mí’. Aunque nuestro Señor hubiera dado su vida por solamente una persona, ciertamente no hubiera sido porque esa persona fuera tan valiosa, sino porque Dios es clemente. Por lo tanto, algo así apenas debe considerarse como una fuente de orgullo o de valor propio. Que yo arguya que Jesús hubiera muerto por mí aunque yo fuera la única persona en la tierra simplemente indica que solamente mis pecados, sin el resto de ustedes para contribuir su parte, eran suficientes para exigir el severo castigo que Jesucristo asumió en mi lugar. Ante esa realidad, debemos llorar por el desinteresado sacrificio de nuestro Señor en vez de encontrar en ella una oportunidad más para sentirnos bien con nosotros mismos. Dan Matzat
Santificación.Un claro entendimiento de la doctrina del pecado también es imperativo para la santificación. La Escritura revela que nuestro estorbo más serio para el crecimiento es el pecado contra Dios. El movimiento de recuperación, por otro lado, insiste en que las necesidades sin atender, el dolor, las emociones dañadas, o la baja autoestima son la raíz de nuestras dificultades. Las dos conclusiones están irreconciliablemente opuestas.
Para más estudio: Muchas de las referencias que hace la Biblia a la compasión de Dios se pueden encontrar en los Salmos (9:12,18; 34:18; 147:3) y en Isaías (49:13; 61:1).
No estoy negando la realidad ni la severidad del dolor que experimentamos cuando los demás pecan contra nosotros. Es crítico que no se me entiendas mal aquí. La Biblia hace numerosas referencias a los que están afligidos y oprimidos. Pero por favor comprende: El dolor no es nuestro problema principal. Jesús dijo, “Porque deadentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona” (Mr 7:21-23; ve también Stg 1:14-15).
Demasiados de nosotros “sentimos la realidad de nuestras heridas más que el hecho de nuestro pecado”.[11] Pero si nosotros genuinamente queremos conformarnos a la imagen de Jesucristo, esto tendrá que cambiar. Nuestra libertad y madurez dependen de ello. El modelo terapéutico da un mal diagnóstico de nuestro problema principal, y por tanto prueba ser incapaz de ofrecer una solución eficaz. Pero una vez que reconocemos el pecado como la fuente de nuestro problema, de repente tenemos una solución bíblica y esperanza bíblica para cambiar. Esta se llama la doctrina de la santificación.
Poda Tu Propio Césped
La santificación es un proceso de arrepentimiento que dura toda la vida (no de recuperación) y obediencia (no sanidad interna) que resulta en santidad (no integridad) para la gloria de Dios (no la satisfacción personal). Esta doctrina es sucintamente expresada en Colosenses 3:1-17. Si todavía no lo has hecho, por favor toma un minuto para leer ese pasaje antes de continuar.
Medita en Colosenses 1:15-20.Juzgando por esta descripción, ¿crees que Jesús es suficiente para regenerarte y redimirte?
Es importante ver la transición que Pablo hace en este tercer capítulo. Los primeros dos capítulos de Colosenses enfatizan la supremacía y suficiencia de Cristo. Él enfatiza esto otra vez al comienzo del capítulo 3. Pablo conscientemente evitó enseñar a los colosenses sobre la santificación antes de que primero entendieran la obra de Cristo por ellos y dentro de ellos. Hasta que captaran lo que significa ser reconciliados con y regenerados por Dios, él sabía que no serían debidamente motivados por la gracia.
Ni nosotros tampoco. Esto es porque el segundo y el tercer capítulos de este libro subrayan la regeneración y nuestra unión con Cristo. También hemos escrito un libro sobre la doctrina de la justificación llamado This Great Salvation [Esta gran salvación]. Como Pablo, queremos motivar por gracia. Una vez se ha establecido ese fundamento, entonces podemos ir tras la santidad sin desviarnos hacia el legalismo o el libertinaje.
Pablo define el proceso de la santificación con dos sorprendentes frases: Debemos “abandonar” el pecado y “revestirnos” de rectitud (Col 3:8,12). Es sólo por lo que Cristo ha logrado en la cruz y el milagro de regeneración que podemos obedecer estos mandamientos. Y sin embargo esos dos imperativos sobrenaturales ahora nos dejan sin excusa. Si la gracia no resulta en santidad, entonces no hemos entendido correctamente lo que es la gracia. Dios totalmente espera que cambiemos, crezcamos, y maduremos. Como exhorta F.F. Bruce, “Ahora sean (en práctica de verdad) lo que saben que son (por un acto divino)”.[12]
Aunque el poder para tener un carácter santo viene de Cristo, la responsabilidad de desarrollar y exhibir ese carácter es nuestra. Este principio parece ser uno de los más difíciles de entender y aplicar. Un día sentimos nuestra responsabilidad personal y tratamos de vivir una vida santa en la fortaleza de nuestra propia fuerza de voluntad. El próximo día, dándonos cuenta de la futilidad de confiar en nosotros mismos, lo entregamos todo a Cristo y renunciamos a nuestra responsabilidad que está fijada en la Escritura. Necesitamos aprender que la Biblia enseña total responsabilidad y total dependencia en todos los aspectos de la vida cristiana.  Jerry Bridges
Por favor fíjate que Pablo dice que debemos “abandonar” y “revestirnos”. Tenemos el privilegio y la responsabilidad de participar en el cambio. Aunque la santificación no es una obra menos sobrenatural del Espíritu Santo que la regeneración, hay una diferencia fundamental: en la santificación tenemos un papel crítico. “Dios obra en nosotros y con nosotros”, dijo el gran pastor puritano John Owen, “no en contra de nosotros ni sin nosotros”.
Para más estudio: ¿Cómo contestarías a alguien que concluyera que “todo esfuerzo es malo” después de leer Zacarías 4:6?
Frases como “Deja de tratar y comienza a confiar” o “Desiste y deja que Dios” se prestan para imprimir en placas populares pero expresan una mala teología. Los que dicen que “Todo esfuerzo es malo” se equivocan tristemente. En realidad, la Biblia nos instruye a que busquemos “la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Heb 12:14). Esta es esfuerzo motivado por gracia, por supuesto, no obstante es esfuerzo. Dios no nos ha dicho que oremos o que simplemente confiemos en Él para recibir santidad; Él dice, “ejercítate en la piedad” (1Ti 4:7). Hemos de obedecer en el poder del Espíritu Santo.
Pablo clarifica esta combinación de la obra de Dios con nuestra responsabilidad cuando escribe, “lleven a cabo su salvación (no trabajen para) con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Fil 2:12-13). Aunque nuestro esfuerzo aparte de la obra de Dios sería inútil, la santificación no se puede delegar a Dios. Cada uno de nosotros debe podar su propio césped.
¿Qué forma toma nuestra responsabilidad? ¿Cómo cumplimos con el mandamiento bíblico de deshacernos del pecado? La Escritura ofrece una estrategia de dos partes.
Estrategia #1: Atacar el Pecado
Me encanta la postura ofensiva contra el pecado del Nuevo Testamento. En ninguna parte es eso más evidente que en el mandamiento terso del apóstol Pablo a los colosenses: “Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal” (Col 3:5). En la batalla por la santidad personal, la agresividad es tanto un mandamiento como una necesidad. Debemos ser implacables. Debemos ir al ataque.
Necesitamos cultivar en nuestro propio corazón el mismo odio al pecado que tiene Dios. El odio al pecado como pecado, no sólo como algo inquietante o destructivo para nosotros, sino como algo desagradable a Dios, yace en la raíz de toda santidad.  Jerry Bridges

Pablo usa aquí una violenta metáfora no simplemente para captar nuestra atención sino para subrayar un aspecto crítico de la santificación. Hemos de matar cualquiera y toda manifestación de pecado en nuestro corazón. Debemos tomar la iniciativa para matar el pecado a diario.
Jesús llegó hasta decir, “si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno” (Mt 5:29). Él también recomendó amputarse una mano por la misma razón. ¿Jesús ordenaba una mutilación de verdad aquí? Yo creo que no, porque la mano o el ojo no es la causa principal. Jesús a propósito usó imágenes vivas para decir: Debemos reconocer la seriedad del pecado y tratar decisivamente con él. Resistir el pecado cuando somos tentados no es suficiente. Debemos dar pasos drásticos para atacar y matar el pecado en nuestra vida. John Owen nos exhorta a ir tras “una victoria sobre él, e ir tras una conquista completa... el pecado no morirá de otra manera, sino sólo al ser gradual y constantemente debilitado; si lo excusas, él sana sus heridas y recobra fuerza”.[15]
La disciplina espiritual de dar muerte al pecado, de otra manera conocida como mortificación, es una área muy descuidada de la verdad. La mayoría de nosotros tenemos tanta familiaridad con este tema como con las letrinas. “Nuestros padres hablaban de mortificar el pecado”, nota Sinclair Ferguson.[16] And J.I. Packer laments, “It is a theme on which no contemporary writing of significance seems to be available.”[17] Eso no es sorprendente, pero es revelador. ¿Puedes imaginarte un libro titulado ¡Muerte al pecado! como un éxito de librería?
Podemos tomar consuelo para nuestra alma si sabemos algo de la lucha y el conflicto interno. Es el invariable compañero de la genuina santidad cristiana...¿Encontramos en lo más profundo de nuestro corazón una lucha espiritual? ¿Sentimos algo de la carne que codicia contra el espíritu y el espíritu contra la carne...? ¿Nos damos cuenta de dos principios dentro de nosotros que contienden para dominar? ¿Sentimos algo de la guerra en nuestro hombre interior? Bueno, ¡demos gracias a Dios por ello! Es una buena señal. Muy probablemente es evidencia de la gran obra de la santificación...Evidentemente no somos amigos de Satanás...El mero hecho de que él nos asalta debe llenar nuestra mente de esperanza  J.C. Ryle
Medita en 2 Corintios 10:3-5. En términos de guerra espiritual, ¿Pablo era un “halcón” o una “paloma”?
La mortificación no es popular porque tiende a ser difícil. Pregunta a la persona que está tratando de someterse alegremente a un jefe que repetidamente le ha negado un ascenso bien merecido. Pregunta a la pareja de recién convertidos, que están sin casarse y que ahora deben controlar los deseos sexuales que han gratificado por años. Pero escucha: esto no es un fin de semana de golf. Esta es una guerra. La santidad y el discipulado son guerra.
Atacar el pecado no es algo complejo. Y aunque yo quiero decir esto con sensibilidad, también quiero decirlo con firmeza: Tu habilidad para atacar el pecado no depende de tu pasado. No tenemos ninguna excusa aceptable para el pecado. Nunca se considera como una debilidad comprensible.
Vivir como cristiano quiere decir vivir en las trincheras. Sinclair Ferguson lo dice tan bien como lo podría decir cualquiera:
¿Qué es, entonces, esto de matar el pecado? Es la constante batalla contra el pecado que debemos llevar a diario - negarse a permitir que el ojo desvaríe, que la mente contemple, que los afectos vayan tras cualquier cosa que nos apartará de Cristo. Es el deliberado rechazo de todo pecaminoso pensamiento, sugerencia, deseo, aspiración, hecho, circunstancia o provocación en el momento en que nos damos cuenta de su existencia. Es el consistente esfuerzo por hacer todo lo que está en nuestro poder para debilitar el apretón que tiene el pecado en general, y sus manifestaciones en nuestra propia vida en particular. No se logra con sólo decir “no” a lo que es malo, sino con una determinada aceptación de todas las buenas y espiritualmente nutritivas disciplinas del evangelio.[19]
Medita en Gálatas 5:16-17. ¿Por qué todo cristiano genuino experimenta inquietud interna?
¿Describe esto tu actitud? ¿Hacia cuál fin están dirigidas principalmente tus energías, recreación o justicia? ¿Indulgencia a sí mismo o control de sí mismo? ¿Estás preparado para hacer lo que sea necesario para ganar la guerra? Si así es, ¿cuál es tu estrategia para atacar el pecado en tu vida ahora mismo?
Estrategia #2: Evitar el Pecado
Atacar el pecado no es todo lo que incluye el proceso de santificación. Debemos también evitar el pecado. Como seguidores de Jesucristo, somos llamados a una vida que se distingue de la cultura que nos rodea: “Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación” (2Co 7:1). ¿Cuáles son estas promesas que nos motivan a purificarnos y a buscar la santidad? La propia oferta de Dios de estar singularmente presente entre su pueblo a medida que nos separamos del mundo: “Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (2Co 6:16).
Para más estudio: Lee Santiago 1:27. ¿Puedes escribir dos o tres maneras específicas en las que el cristiano podría ser “corrompido por el mundo”?
En un sentido, sería más fácil si Dios nos dijera que nos separáramos físicamente de la cultura. Pero Dios específicamente prohíbe eso (1Co 5:9-10), y por el contrario nos nombra embajadores (2Co 5:18-20). Ningún embajador trabaja con efectividad si está aislado. Hemos de relacionarnos con nuestra cultura sin reflejar nuestra cultura, siempre navegando entre lo secular y lo justo.
Nuestra carne constantemente nos ruega que seamos indulgentes, pero Pablo nos dice “no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa” (Ro 13:14). Eso quiere decir distanciarnos de todo lo que nos pueda tentar para pecar. Pablo dijo lo mismo a los corintios en términos más claros: “Huyan de la inmoralidad sexual” (1Co 6:18)...no dijo luchen con ella.
Aunque José vivió mucho antes que fuera escrito el Nuevo Testamento, él es un ejemplo de la manera en que debemos evitar el pecado (Gn 39:6-20). Por algún tiempo la esposa de su amo había tratado de seducirlo. Por fin, frustrada por la integridad de él, ella lo asió del manto y le dijo, “¡Acuéstate conmigo!”.
2 Cuando la tentación llega, tenemos dos reacciones básicas: luchar o huir. Marca lo que tú crees que sería la correcta reacción ante cada una de las tentaciones de la lista siguiente:
Repentino temor de que alguien se meterá a robar en tu casa                                                     Luchar                 Huir
Curiosidad por el número de la revista Playboy sobre la política del Medio Oriente                                Luchar                 Huir
Deseo de “entrar en hibernación” cuando los amigos te decepcionan                                      Luchar                                 Huir
Fuerte sentido de ira cuando tu hijo derrama tu café                                                                     Luchar                                 Huir
Deseo de pasar por el bar (cantina) “sólo para ver a los viejos amigos”                                   Luchar                                 Huir
Ahora, José pudo haber visto esto como una cita divina. Pudo haber pensado: “Esta podría ser la oportunidad ideal para compartir con ella lo que Dios ha hecho en mi vida”. Pero él no coqueteó con la tentación. Ni siquiera lucho con ella. Simplemente huyó, dejando a la esposa de Potifar con el manto en la mano.
Me puedo imaginar uno de los criados caminando afuera de la casa cuando de repente, ¡gush! Una borrosa imagen humana sale por la puerta como un relámpago a una velocidad increíble.
-¿Qué fue eso?
José. El hombre de Dios. Corriendo para salvarse la vida.
-¡Señor!- dice sin aliento después de correr media milla. -¡Ayúdame!-
-Te estoy ayudando. Sólo sigue corriendo. Aléjate de esa mujer lo más que puedas-.
Es algo inteligente huir de la tentación. Es algo idiota quedarse ahí parado y tratar de vencerla con una mirada intensa. Sin embargo, algunos hubieran respondido a la situación de José de esta manera:
Esforzarse por conocer las maneras, tretas, métodos, ventajas, y ocasiones del éxito del pecado es el comienzo a esta guerra. John Owen
-Dios, siento que la tentación comienza a desarrollarse. Clamo a ti, Señor. Por favor líbrame de esta situación.-
-Yo voy a librarte,- dice Dios. -¡Corre!-
-Señor, confío en que tú me librarás. Líbrame ahora mismo de sentir esta lujuria.-
-Esto no sucederá hasta que yo no vuelva, y no voy a volver en los próximos cinco minutos. Así que ¡a correr, Don Cabeza de Papa!-
-Señor, te doy gracias. Tú me has hecho nacer de nuevo, y yo sé que tu poder obra en mí. Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo.-
-Sí, así es, y el Mayor te está diciendo, ‘¡Muévete!’ ¡Mueve el cuerpo y muévelo ya!-
Si tomas en serio la santificación, no estarás tratando de ver cuánto te puedes acercar a la orilla de la acera. Estarás preparado para conducir al otro lado de la calle, si es necesario, para evitar el pecado. Y en las áreas en las que sabes que eres vulnerable, estarás obedeciendo el mandamiento de Jesús: “Estén alerta y oren para que no caigan en tentación” (Mt 26:41).
Medita en 1 Timoteo 6:11.¿Cuánto tiempo te toma, como promedio, para huir de la tentación una vez la has reconocido?
Necesitamos cultivar la habilidad de discernir dónde es que nos inclinamos más a pecar. De esa manera podremos desarrollar una estrategia para evitar la tentación. Las áreas de vulnerabilidad serán diferentes, pero cuidarse no es una opción para ninguno de nosotros.
¿En qué área(s) necesitas desarrollar una estrategia para evitar? Quizás puedas comenzar con cualquier cosa que hayas estado pensando al leer esta sección.
Una Nueva Mudada de Ropa
Como vimos anteriormente en Colosenses, quitarnos el pecado es sólo la mitad de la ecuación. Pablo nos exhorta, “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia” (Col 3:12). No sólo debemos quitarnos el pecado, sino que debemos revestirnos de justicia (Ef 4:22-24).
“Estos dos factores”, escribe Jay Adams, “siempre deben estar presentes para poder efectuar genuino cambio. El quitarse no será permanente sin el revestirse. Revestirse es algo hipócrita y temporal, a menos que vaya acompañado de quitarse...La santificación continúa mientras el creyente a diario se aparta del pecado / a la justicia”.[21]
Para más estudio: Lee Apocalipsis 3:4-6. ¿Puedes identificar cuatro promesas en este pasaje?
Por ejemplo, si Dios ha expuesto el materialismo o la avaricia en tu corazón, arrepiéntete y luego comienza sistemáticamente a reemplazarlo con la generosidad. Comienza con pagar fielmente el diezmo a tu iglesia local; añade a eso las ofrendas, y busca oportunidades de dar en secreto también. Quizás tiendes a criticar a los demás. Si así es, confiesa el pecado de orgullo y conscientemente enfócate en animar y honrar a los demás. Si el egoísmo es un tema recurrente, ponte en situaciones que te exijan servir.
Lo que debe ser inmediatamente obvio es que el carácter no se puede desarrollar ni refinar en el aislamiento. Para cultivar una vida de justicia y fructífera necesitamos el contexto de una iglesia local. Por ejemplo, puedo ser un modelo de paciencia...con tal que esté solo. Puedo pasar días estudiando el tema de la compasión sin nunca encontrarme con alguien que necesite cuidado. A menos que tenga interacción con los demás soy simplemente incapaz de juzgar dónde es que necesito crecer.
El hecho es que hay muy pocos rasgos como los de Cristo que podemos desarrollar aparte de las relaciones en la iglesia. ¡Necesitamos gente para practicar! Si deseamos cambiar, nos comprometeremos con una iglesia donde los individuos toman en serio las exhortaciones bíblicas de animar y corregir.
3 Después de leer Colosenses 3:12-17, elige el rasgo de carácter cristiano que se menciona ahí (humildad, amabilidad, etc.) que más te gustaría desarrollar. Durante la próxima semana o dos, aparta tanto como cinco momentos devocionales para meditar sobre las Escrituras que subrayan esa área. También, pide a Dios maneras específicas de aplicar lo que aprendas.
Character Trait:

Día uno:  Escritura(s)---------------------------Nueva percepción---------------------------Aplicación

Día dos:  Escritura(s)---------------------------Nueva percepción---------------------------Aplicación

Día tres: Escritura(s)---------------------------Nueva percepción---------------------------Aplicación

Día cuatro Escritura(s)---------------------------Nueva percepción---------------------------Aplicación

Día cinco: Escritura(s)---------------------------Nueva percepción---------------------------Aplicación


Como quizás ya habrás percibido hasta ahora, luchar contra el pecado no sucede sin esfuerzo. Incluye la genuina confesión, el arrepentimiento, la obediencia a la Escritura, la responsabilidad ante los demás, y la consistente práctica de las disciplinas espirituales. También necesitarás valor y perseverancia. “No hay caminos rápidos ni fáciles hacia la madurez espiritual”, dice R.C. Sproul. “El alma que busca un nivel más profundo de madurez debe estar preparada para una larga, ardua tarea”.[22]
Es parte de la sana experiencia cristiana gozar de un continuo grado de liberación de los pecados...Pocas cosas dan al cristiano tanto alivio y ánimo como el recuerdo de pecados que una vez lo dominaban, pero que ha conquistado por el poder el Espíritu de Dios  J.I. Packer
Pero ¿sabes cómo se siente crecer? ¿Sentir el placer y la presencia de Dios? ¿Oír su voz? ¿Saber que estás contribuyendo al avance de su reino? Nada se compara con esa experiencia. Y esta es la admirable recompensa de Dios para todos los que están dispuestos a quitarse el pecado y revestirse de justicia.
Permíteme impartir nueva esperanza en ti. No importa lo que hayas experimentado en el pasado, - por la gracia de Dios - puedes cambiar. Por medio de una determinada estrategia para atacar y evitar el pecado y al revestirte de justicia, puedes ser una persona dramáticamente distinta para estos días el próximo año.
Dicusión Grupo
1. Imagínate que estás en el jurado enjuiciando al asesino en serie que se menciona en la página . Está claro que el hombre fue golpeado con frecuencia por su padre que era alcohólico durante la niñez. ¿Cuánto influenciaría eso tu veredicto?
2. “Nos hemos interesado más por nuestras propias necesidades y sentimientos que por el carácter y los mandamientos de Dios”, dice el autor. (Página ) ¿Cuál es un ejemplo?
3. ¿Qué significa para ti autoestima?
4. ¿El mensaje de la cruz te hace sentir más o menos seguro respecto a tu identidad?
5. ¿Por qué es que el movimiento de recuperación es incapaz de subsanar nuestras necesidades más profundas?
6. Identifica el problema que está en la raíz de cada una de las siguientes situaciones:
-Desde que fue violada en la universidad, a Ana le han disgustado y ha desconfiado mucho de los hombres
-Guillermo quiere un divorcio porque su esposa le demuestra muy poco afecto
-Cuando está bajo intensa presión, María alienta pensamientos de suicidio
-Roberto, que creció visitando a su padre solamente los fines de semana, es un adicto al trabajo
7. . ¿Cuál es la mayor distinción entre la santificación y la regeneración?
8. ¿Por qué es que las relaciones en la iglesia son tan esenciales para el crecimiento del carácter?
9. . ¿En qué área de tu vida necesitas más una “nueva mudada de ropa”?