jueves, 13 de enero de 2011

EL DUELO

“vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por los judíos que habían escapado, los que se habían salvado de la cautividad,  y por Jerusalén, ellos me dijeron: El resto, los que se salvaron de la cautividad, allí en la provincia, están en una situación muy difícil y vergonzosa. El muro de Jerusalén está en ruinas y sus puertas destruidas por el fuego” Nehemías 1:2-3
                         
 El pueblo de Dios pasaba por momentos bastante difíciles, la situación de muchos de los judíos en los anteriores 100 años, era critica, en el 587 a.c. Nabucodonosor  llevó cautivos a lo mas destacado del pueblo, el tempo fue destruido, las casas quemadas, los muros derribados,  y en el año 445 a.c. llega esta noticia a  Nehemías, y todas estas calamidades que ocurrieron al pueblo estallaron en su corazón, es por eso que encontramos en el verso 4
 “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos”
   De una manera triste, el panorama para muchas congregaciones no es tan distante al del pueblo de Dios en tiempos de  la  deportación, el muro de la verdad, se encuentra desecho, la puerta del  evangelio Bíblico, esta quemándose por el fuego del pragmatismo, sincretismo y subjetivismo, en donde se levantaba un hermoso lugar de adoración, hoy esta en ruina y solo se adora al mutable hombre, es vergonzosa la realidad espiritual  de cientos de congregaciones.
¿Que  hacer?
Muchos  pueden estar distantes, gozando de un lugar de preeminencia, diestros en cuanto a la doctrina, y cómodos en su estado, en lo avanzado de su cercanía a Dios, llenos de un intelectualismo congelante, hasta el punto de escuchar como Nehemías, el estado  del pueblo, y no sentir un mínimo de dolor, no existe lloro, duelo, y mucho menos ayuno por la situación vergonzosa en la que están  muchos   en el pueblo de Dios, cuan necesario es para hoy un espíritu de oración como el de Nehemías y un deseo de reedificar aquello que una vez   fue.
 Dios levante hombres en este tiempo, que no estén ajenos a la situación, que no estén tan distraídos con sus papeles y horarios de oficina, que sufran por el pueblo,  que ayunen, que abracen el dolor  y rueguen al Dios todo poderoso por una  Reforma que reedifique la espiritualidad de la Iglesia de este tiempo.             

Att.
Pastor
David Guzmán Mendoza 

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